SEMANA 5

LUNES 5 DE ABRIL

PRÁCTICAS DEL LENGUAJE.

LEEMOS “QUIERO SER LUNA” DE PANCHO AQUINO.

Quiero ser luna - Pancho Aquino.

Todos sabían que él era un niño diferente, superdotado, su inteligencia superior causaba asombro y admiración.

Él escuchaba esos comentarios y se sentía orgulloso; sabía hablar en varios idiomas, pero sus padres querían que estudiara

mas, y él lo hacía, total, por más difícil que fuera, enseguida lo aprendía.

Tan fácil le resultaba que comenzó a sentirse aburrido de sus estudios y de los halagos que recibía y también de sus padres que lo exhibían como si fuera un trofeo.

Hasta que un día, cansado de esa vida, decidió dejar de estudiar y perder el tiempo un rato, haciendo cosas de niño.

Trepando una vieja escalera subió al altillo, una lámpara cubierta de polvo iluminaba las cosas viejas que se apilaban aquí y allá.

En un rincón asomaba apenas la punta de un enorme caracol marino; lo tomó con cuidado, acercándolo a la luz, y empezó a limpiarlo, descubriendo el brillo del nácar rosado y suave. Una vez, cuando era muy pequeño, su abuela le había hablado de aquel caracol; le había dicho que en su interior vivía un duende, capaz de hacer realidad cualquier deseo.

Entonces escuchó claramente, que desde lo profundo del caracol, alguien le hablaba:

-¿Para qué me molestas, no ves que estoy durmiendo?

Cualquiera se habría asustado, pero él no, sin temor y con decisión le dijo:

-Estoy aburrido y cansado de esta vida, me gustaría ser la Luna.

-¿La Luna?, pero, ¿qué te pasa niño?

-Obedece y no preguntes.

-Bueno, bueno está bien, pero te advierto que no puedes llamarme a cada rato y serás Luna por largo tiempo. Y dicho esto, desapareció.

El niño-Luna estaba feliz, miraba la tierra desde el espacio, inspiraba a los poetas, hacía suspirar a los enamorados, resplandecía en la noche, y un sinfín de cosas más, hasta que también se aburrió y llamó al duende, que tardó muchísimo en aparecer.

-Ahora quisiera ser el Sol.

-¿El Sol?, pero...

-Obedece y no preguntes.

Ser Sol fue entretenido por un tiempo, hasta que quiso cambiar, pero el duende nuevamente se hizo esperar.

Así, el niño quiso ser estrella, nieve, río, viento... y el duende cumplió todos sus deseos.

Una tarde viajaba por el mundo, convertido en nube, cuando vio a unos chicos muy pobres que jugaban y reían sin parar, luego vio a otros niños, en el patio de la escuela, y sus risas chispeantes y sus gritos de alegría volvieron a dejarlo sorprendido.

Todos parecían tan felices que le hicieron desear volver a ser niño.

Tuvo que esperar a que el duende reapareciera, habían pasado muchos años desde aquel primer encuentro en el altillo:

-Duende, voy a pedirte un último deseo, quiero volver a ser niño.

-Eso es imposible, dijo el duende. En la vida hay un tiempo para cada cosa, vos lo tuviste, pero quisiste ser Luna y un sinfín de cosas más, tu niñez es ahora inalcanzable. Todos los seres humanos quieren volver a ser niños pero sólo algunos lo consiguen por momentos, son los que supieron guardar el recuerdo de los juegos, los amigos, la escuela, la inocencia.

-Pero, yo no tengo esos recuerdos...

-Lo siento, ya no podemos volver atrás, la vida es un camino sin regreso, ahora tendrás que permanecer así, para siempre.

Y dicho esto se alejó, dejando a un hombre que lloraba por su niñez perdida, a un hombre con forma de nube que derramaba una fina llovizna, constantemente.

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